Acceso al enlace
EXPOSICIÓN LET’S BRING BLACKS HOME. IMAGINACIÓN COLONIAL Y FORMAS DE REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LOS NEGROS DE ÁFRICA (1880-1968)

6 FEBRERO – 17 MAYO 2020

Comisariada por Nicolás Sánchez Durá y Hasan G. López Sanz. Colaboración con Centro cultural La NAU, Universidad de Valencia

Desde los textos más arcaicos de nuestro canon cultural, las poblaciones negras africanas se contemplan como la forma más radical de alteridad cultural. Considerados partícipes de una minoría de edad histórica necesitada de tutela, regeneración y progreso, los negros de África se pensaron bajo figuraciones estereotipadas distintas que se remontan lejos en el tiempo: salvajes, antropófagos, idólatras, de una hipersexualidad naturalizada, incapaces de articular formas políticas civilizadas dada su naturaleza violenta, etc. Este proceso de desfiguración tuvo su punto culminante tras la Conferencia de Berlín (1884-1885), cuando las potencias europeas organizaron la posesión territorial del continente africano. La dominación colonial, revestida de una coartada altruista y civilizadora, supuso el saqueo de los recursos materiales y la explotación laboral de aquellas poblaciones, pero también un proceso diversificado de reconfiguración de las representaciones según las cuales los europeos imaginaron y justificaron su intervención. Fue un proceso ambivalente, pues se entreveran la voluntad de acercar los negros de África con formas recurrentes de exotismo, acentuando así nuestra falta de reconocimiento de otras formas de vida. Una de las maneras más hirientes de esta estrategia fueron las exhibiciones de Poblados Negros, conocidos popularmente como Zoos Humanos, que se celebraron a lo largo y ancho de Europa entre 1870 y 1940. Con el progresivo desarrollo de la cultura de masas, estos espectáculos se acompañaron de la impresión y amplia difusión de sus imágenes, contribuyendo tanto a un exotismo bienpensante como a un racismo popular. España no fue ajena a esa moda. Es más, la prolongó referida a Guinea en las Ferias Muestrario de Valencia durante el primer franquismo, cuando en Europa ya habían prácticamente desaparecido. A pesar de los errores cometidos, escrutar críticamente ese pasado es una forma peculiar de practicar el “rodeo antropológico” que siempre prescribió la antropología.